Ni las grandes montañas se libran del plástico. Un estudio ha hallado en lo más recóndito del Pirineo una concentración de microplásticos similar a la que se pueda encontrar en una capital como París o las industriosas ciudades chinas. Llevadas hasta allí por el viento, las partículas plásticas pueden recorrer muchos kilómetros hasta caer arrastradas por la lluvia o la nieve. En las cordilleras, valles y otros ambientes naturales podría estar el plástico que falta en las estadísticas.
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