Eso significa que, pues, que las cosas son impactadas por la luz, y también lo estamos nosotros, y ese rebote, aunque minúsculo, "empuja" las cosas. Es decir, que puede hacer que las cosas pesen más. Y nosotros también pesaremos más, si lo comprobamos en una báscula lo suficientemente precisa [...] Cuando la luz rebota en el fuselaje, la nave puede llegar a variar el rumbo en 1.000 kilómetros: suficiente para no acertar en su objetivo.
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