En 1951, un ingeniero septuagenario de la ciudad alemana de Osnabrück (Baja Sajonia) llamado G. Büren declaró frente a un tribunal que “Las manchas solares no son manchas, sino agujeros. Son oscuras, lo que significa que el interior del Sol es más frío que su exterior. Siendo esto así, debe existir vegetación y el núcleo del sol debe ser habitable”. El reclamante era una asociación astronómica, la Astronomische Gesellschaft (A. G.) a la que pertenecían casi todos los astrónomos profesionales de Alemania y muchos otros del extranjero.
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