Una investigación ha descubierto que la amígdala cerebral, una zona del cerebro arcaico, es más voluminosa en los políticos conservadores, mientras que el córtex cingulado anterior, la parte evolucionada del cerebro, está más desarrollado en los progresistas. Eso provoca que los conservadores reaccionen más a los estímulos negativos y los progresistas a los positivos. Y permite detectar la orientación política de una persona analizando sus datos cerebrales.
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