De dónde vendría aquella costumbre de nombrar algunas calles de Madrid solo con el apellido del homenajeado. La calle Augusto Figueroa es paralela a la de Gravina, y ambas están conectadas por la plaza de Chueca, pero ni el gran navegante Federico Gravina ni el genial músico Federico Chueca ven reconocidos sus nombres en las placas del callejero. A quien fuera, los Federicos le caían mal.
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