Nuestro bien instalado paradigma científico nos dice que el ser humano moderno es el resultado de una larga cadena evolutiva de mamíferos y primates que –por obra y gracia de las consabidas mutaciones aleatorias– produjo un homínido supuestamente inteligente, consciente de sí mismo y capaz de dominar y modelar la naturaleza a su antojo. Pero mira por dónde, la evolución debe ser caprichosa –por de
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