Las películas han logrado que no sea difícil imaginar cómo era combatir sobre la borda de un buque de guerra del siglo XIX. Sin embargo, hay algo que no se nos suele pasar por la cabeza cuando pensamos en un navío de la armada española. ¿Cuál era el olor que emanaba de su interior? La respuesta se obtiene al analizar las escasas condiciones de higiene y la falta de agua dulce que sufrían los marineros: pestilente y nausabundo. A pesar de que se hicieron grandes avances en la mejora de las condiciones higiénicas durante los siglos XVIII y XIX,
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