Los pigmentos azules se emplearon desde muy antiguo, pero de manera más tardía que otros como el rojo, negro, marrón u ocre, más fáciles de conseguir en la naturaleza y usados ya en el arte paelolítico. Así en Europa se obtenía de la isatide (también conocida como hierba pastel), que proporcionaba un tinte añil. En Asia y África del índigo (indigofera tinctoria), un arbusto cuyo nombre alude también a la variedad de azul que proporciona. Pero el pigmento azul más cotizado provenía de minerales como el lapislázuli, escaso y raro.
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