En medio del caos peninsular, muy pocos fueron conscientes de que, al día siguiente, 27 de julio, mientras Barcelona se estremecía, en África, en un oscuro lugar de las faldas del monte Gurugú, junto a Melilla, llamado el barranco del Lobo, las tropas españolas cayeron en una emboscada rifeña que se saldó con más de setecientas bajas entre muertos y heridos. Había empezado la Guerra del Rif, una contienda de desastres que alcanzaría su momento álgido en 1921 con los diez mil muertos de Annual.
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