Graciela Fernández Meijide (Avellaneda, 1931) llevaba una vida como tantas. Era profesora de francés, estaba casada y tenía tres hijos. La noche del 23 de octubre de 1976 su vida cambió para siempre cuando un grupo de hombres armados golpearon a su puerta, preguntaron por Pablo, uno de sus tres hijos adolescentes, lo sacaron de la cama y se lo llevaron. Nunca más supieron de él. Estaba transcurriendo el primer año de la última dictadura militar en Argentina. A partir de esa noche, Graciela buscó a su hijo, se contactó con organismos de derechos
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