La torre campanario de la Catedral hispalense estuvo pintada de rojo o, mejor dicho, de almagre. La cubrieron de este pigmento que se extrae del óxido de hierro no una sino varias veces y tuvo, a lo largo de su historia, elementos dorados. Además, los constructores almohades dejaron su firma en forma de diversas grafías y dibujos: una estrella de David, un guerrero a caballo o flores de la vida. Todo esto es lo que ha salido a la luz gracias a la restauración de sus cuatro caras que acaba de culminar.
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