Cuanto más veo House of cards más respeto a Shonda Rhimes. Al menos ella tiene lo que hay que tener para hacer una ficción petarda sobre la Casa Blanca y no trata de disimularlo. En Scandal todo es excesivo e impostado; en House of cards también, pero Frank Underwood no sólo engaña a sus electores, también a los espectadores de su serie.
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