Los lugares fronterizos tienen un encanto especial. En ellos suele existir una fusión de costumbres, arquitectura, gastronomía y otras peculiaridades que los hacen únicos. Este es el caso del valle de Jálama en Cáceres, en plena Sierra de Gata, rozando con Portugal. A su amparo se cobijan tres pueblos: San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno, rodeados de naturaleza y en los que aún se habla a fala, variante del galaico-portugués. Una lengua romance que ha pervivido desde el medievo.
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