Al grito de «Rusia es culpable» miles de españoles se lanzaron, por convicción o por obligación, a combatir en las estepas contra la Unión Soviética del lado del Eje. La División Azul cobijó a aquellos españoles que vieron el auténtico infierno en las nieves de Leningrado y el Voljov. Entonces nadie podía imaginarse que esa venganza prometida por Ramón Serrano Súñer, «el cuñadísimo», ministro y factótum del régimen, se iba a postergar durante dos décadas. La venganza sería futbolística. O eso, al menos, nos vendería el franquismo.
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