El otro día escuché las quejas de un profesor compañero mío sobre la creciente incapacidad de sus alumnos para entender unos conceptos que, según me explicaba, no eran nada complicados. [...] La raíz remota del problema, [...] dicho en pocas palabras: las mentes de nuestros jóvenes están insuficientemente trabajadas. Son como una tierra que se ha labrado poco y mal. A partir de este estado de cosas, todos los esfuerzos educativos posteriores han de resultar por fuerza penosos, desalentadores y básicamente baldíos.
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