Nuestra sociedad tiene miedo al vacío. Necesitamos apoyarnos tanto en la luz eléctrica y en el sonido artificial permanente que generamos ecosistemas urbanos donde siempre es de día y hay ruido. Ocurre en las calles, pero también en la intimidad de nuestras casas. Desconocemos con exactitud que efectos producirá esta tendencia. De momento, sabemos que perder oscuridad y silencio causa estrés. Generamos estilos de vida más rápidos que producen cansancio, deterioro y finalmente enfermedad.
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