Dos artículos de este mes, uno en The Guardian y otro en The New York Post, han dibujado en la frente de Quentin Tarantino un punto rojo de láser. No son malas críticas por su última película, 'Once upon a time in Hollywood', porque los autores no parecen interesados en escribir sobre lo que existe, sino en convertir a Tarantino en el nuevo hombre tabú. Ejercen por tanto esa otra clase de crítica tan abundante en la prensa anglosajona desde que el
#MeToo convirtió Hollywood en un sueño húmedo de Joseph R. McCarthy.