Sorprende que las primeras fuentes escritas que hablan de Ibiza y Formentera sean de autores griegos y romanos. Y que la potente civilización púnica no nos haya dejado ninguna crónica, ningún testimonio documental significativo cuando su asentamiento en Iboshim alcanzó un desarrollo considerable y estuvo en permanente contacto con Cartago que era ya una ciudad de ciudades, una metrópoli tentacular y cabeza de un imperio cuando Roma era todavía un pueblo insignificante a orillas del Tíber.
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