Hay gente que encuentra pinturas rupestres en las cuevas, como le pasó a María Sanz de Sautuola y a su padre en Altamira, y hay quien se encuentra con patentes perdidas. Lo suyo es que estén en una oficina de patentes, pero de vez en cuando se pierden y terminan en los lugares más insospechados. Y si encima estamos hablando de una patente de los hermanos Wright, la cosa se pone más seria.
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