Arqueólogos han descubierto trozos de queso más antiguos que el mismísimo Jesucristo. Casi 1615 años más antiguo. Los hallaron en el cuello y el pecho de varias momias en un cementerio del desierto de Taklamakan, en el noroeste de China. El aire seco del desierto y la salinidad de la tierra permitieron que el queso se conservase, al igual que las momias, sin descomponerse.
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