Un escalofrío recorre mi cuerpo y me pregunto a mí mismo cómo es posible que un hallazgo tan extraordinario no haya aparecido en ninguna revista científica de alto impacto y se haya tenido que recurrir a un diario como La Nueva España para sacarlo a la luz. Es de todos conocido que los lobos de Cotobello limitan su actividad alimenticia a la polinización y la herbivoría.
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