Las llamadas copas antimoniales eran muy populares en la antigua roma. Conociendo su nombre en latín, calices vomitorii, es fácil deducir que se trataba de unas copas hechas de antimonio que te hacían vomitar al beber de ellas. El mecanismo era sencillo: se vertía vino en su interior y se dejaba reposar durante un día para que el ácido tartárico de la bebida reaccionara con el antimonio de las paredes de la copa, produciendo antimonio tartarizado que se disolvía en el líquido y terminaba en el estómago de quién lo ingiriera...
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