La frase ‘Ya no se construyen cosas como antes’ a veces tiene sentido. El hormigón actual, por ejemplo, tiene suerte si dura intacto más de cincuenta años cerca del mar. El que usaban los romanos, sin embargo, sigue funcionando después de 2.000 años, incluso tras haber estado sumergido en agua de mar. ¿Cuál es su secreto? Un equipo internacional de científicos acaba de descubrirlo.
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