Los alemanes no autorizaron al CICR el acceso a los campos de concentración hasta 1943, pero finalmente decidió desistir de las presiones a los nazis por temor a que no se les permitiera el trabajo con los prisioneros de guerra, aunque si recibió información fiable de diversas fuentes sobre los campos de exterminio, pero poco pudieron hacer para evitarlo. El CICR ha expresado públicamente su remordimiento por su impotencia y los errores cometidos en relación a la persecución y el genocidio perpetrado por los nazis.
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