Tomar la decisión de iniciar una terapia psicológica no suele ser fácil ni tampoco algo que se improvise sin deliberar. Se trata más bien de un acto meditado. A veces demasiado meditado, por la reticencia natural del individuo a enfrentarse consigo mismo, a remover en los recovecos de la psique, a enfrentarse a lo que durante mucho tiempo –tal vez desde siempre– ha permanecido oculto. También por el miedo a evocar viejos recuerdos que condicionen su presente. Influyen también los recelos a pasarlo mal –promover un sufrimiento– como consecuencia
|
etiquetas: condiciones , terapia , efectiva