Estamos en la era de los datos, pero quienes los manejan no siempre parecen querer hacer caso de lo que revelan esos datos. Ocurre por ejemplo con el embarque en el avión antes del despegue, un proceso tedioso que nos condena normalmente a largas esperas, además de a cierta tensión y estrés. Todo ello podría ser minimizado si las aerolíneas hicieran más caso de los datos.
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