Decimos que alguien es un cantamañanas cuando en su modo de pensar y obrar es informal y poco serio y por ello no merece la confianza ni el crédito de los demás. Para desentrañar el origen de esta voz, hay que remontarse a los siglos XVII y XVIII, tiempo en que se recurría a la palabra mañana para manifestar desacuerdo u oposición.
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