Fue en 2017 cuando Brad Pitt encontró en las artes plásticas su mejor aliado para batallar contra una vida personal convulsa marcada por la separación de Angelina Jolie y la mala relación con su hijo mayor, Maddox. Pero en vez de lanzarse a los brazos de los excesos (algo muy hollywoodiense), Brad prefirió usar los suyos para dar forma a sus frustraciones en el estudio de arte de su íntimo amigo, el escultor británico Thomas Houseago, ubicado en Los Ángeles.
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