"En la realidad, aunque como socialistas reconociésemos el derecho inmediato de todas las naciones a la independencia, el destino de las naciones no cambiaría un ápice por ello. En las condiciones sociales existentes, el derecho de una nación a la libertad, así como el derecho del obrero a la independencia económica, valen tanto como el derecho de todo ser humano a comer en vajilla de oro […] Por la misma razón, la esperanza de solucionar todas las cuestiones nacionales en el marco capitalista asegurando a todas las naciones, razas y grupos étnicos la posibilidad de ‘autodeterminación’ es una completa utopía [...] El desarrollo de poderes mundiales, un rasgo característico de nuestra era moderna, y que adquiere cada día mayor importancia gracias al progreso del capitalismo, condena a priori a todas las pequeñas naciones a la impotencia política. Aparte de algunas de las naciones más poderosas, que lideran el desarrollo capitalista y poseen los recursos espirituales y materiales necesarios para conservar su independencia económica y política, la ‘autodeterminación’, es decir, la existencia independiente de naciones pequeñas, es una ilusión, y cada vez lo será más [...] Además, la política y la economía mundializadas -una condición para la supervivencia de los estados capitalistas - convierten a los pequeños estados europeos, políticamente independientes y formalmente iguales, en protagonistas mudos - y a menudo en chivos expiatorios - del escenario europeo [...] Desde este punto de vista, la idea de asegurar a todas las ‘naciones’ la posibilidad de autodeterminarse equivale a la perspectiva de abandonar el desarrollo del gran capitalismo para volver a los pequeños estados medievales, muy anteriores a los siglos XV y XVI [...]Las excepciones aparentes no hacen sino confirmar, tras un análisis más profundo, la conclusión de que el desarrollo moderno del capitalismo resulta irreconciliable con la auténtica independencia de todas las nacionalidades [..]
Un intento general de dividir todos los estados existentes en unidades nacionales y delimitarlos según el modelo de estados y estaditos nacionales es una empresa sin esperanza y, desde el punto de vista histórico, reaccionaria.”
(Rosa Luxemburgo (1871 - 1918), La Cuestión Nacional, 1978, Ediciones “El Viejo Topo”).