Frases y fragmentos de libros
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EL Ermitaño

En la corte real tuvo lugar un fastuoso banquete. Todo se había dispuesto de tal manera que cada persona se sentaba a la mesa de acuerdo con su rango. Todavía no había llegado el monarca al banquete, cuando apareció un ermitaño muy pobremente vestido y al que todos tomaron por un pordiosero.

Sin vacilar un instante, el ermitaño se sentó en el lugar de mayor importancia. Este insólito comportamiento indignó al primer ministro, quien, ásperamente, le preguntó:

– ¿Acaso eres un visir?

– Mi rango es superior al de visir – repuso el ermitaño.

– ¿Acaso eres un primer ministro?

– Mi rango es superior al de primer ministro.

Enfurecido, el primer ministro inquirió:

– ¿Acaso eres el mismo rey?

– Mi rango es superior al del rey.

– ¿Acaso eres Dios? -preguntó mordazmente el primer ministro.

– Mi rango es superior al de Dios. Fuera de sí, el primer ministro vociferó:

– ¡Nada es superior a Dios!

Y el ermitaño dijo con mucha calma:

– Ahora sabes mi identidad. Esa nada soy yo.

Cuento sufí

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Antístenes

"No te imagines que los demás tienen tanto interés en escucharte como el que tú tienes de hablar"

Antístenes

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Disfruta tu café

Un grupo de profesionales, todos triunfadores en sus respectivas carreras, se juntó para visitar a su antiguo profesor.

Pronto la reunión se enfoco acerca del interminable estrés que les producía el trabajo y la vida en general.

El profesor les ofreció café, fue a la cocina y pronto regresó con una cafetera grande y una selección de tazas de lo más selecta: de porcelana, plástico, vidrio, cristal…, unas sencillas y baratas, otras decoradas, unas caras y otras realmente exquisitas. 

Tranquilamente les dijo que escogieran una taza y se sirvieran un poco del café recién preparado.

Cuando lo hicieron, el viejo maestro se aclaró la garganta y con mucha calma y paciencia se dirigió al grupo: 

-Se habrán dado cuenta de que todas las tazas que lucían bonitas, se terminaron primero y quedaron pocas de las más sencillas y baratas; lo que es natural, ya que cada quien prefiere lo mejor para sí mismo, ésa es realmente la causa de muchos de sus problemas relativos al “Stress”.

Continuó:

-Les aseguro que la taza no le añadió calidad al café, en verdad la taza solamente disfraza o reviste lo que bebemos.

Lo que ustedes querían era el café, no la taza, pero instintivamente buscaron las mejores, después se pusieron a mirar las tazas de los demás.

Ahora piensen en esto: La vida es el café, los trabajos, el dinero, la posición social, etc. son sólo tazas que le dan forma y soporte a la vida, y el tipo de taza que tengamos no define ni cambia realmente la calidad de vida que llevemos.

A menudo, por concentrarnos sólo en la taza dejamos de disfrutar el café.

Anónimo

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La Ventana del Hospital (Cuento)

Dos hombres, seriamente enfermos, ocupaban la misma habitación en el hospital. A uno de ellos se le permitía estar sentado una hora todas las tardes para que los pulmones drenaran sus fluidos. Su cama daba a la única ventana de la habitación.

El otro hombre tenía que estar tumbado todo el tiempo. Los dos se hablaban mucho. De sus mujeres y familiares, de sus casas, trabajos, el servicio militar, dónde habían estado de vacaciones.

Y todas las tardes el hombre que se podía sentar frente a la ventana, se pasaba el tiempo describiendo a su compañero lo qué veía por la ventana. Éste, solamente vivía para esos momentos donde su mundo se expandía por toda la actividad y color del mundo exterior.

La ventana daba a un parque con un bonito lago. Patos y cisnes jugaban en el agua mientras los niños capitaneaban sus barcos teledirigidos. Jóvenes amantes andaban cogidos de la mano entre flores de cada color del arco iris. Grandes y ancestros árboles embellecían el paisaje, y una fina línea del cielo sobre la ciudad se podía ver en la lejanía.

Mientras el hombre de la ventana describía todo esto con exquisito detalle, el hombre al otro lado de la habitación cerraba sus ojos e imaginaba la pictórica escena.

Una cálida tarde el hombre de la ventana describió un desfile en la calle. Aunque el otro hombre no podía oír la banda de música- se la imaginaba conforme el otro le iba narrando todo con pelos y señales. Los días y las semanas pasaron.

Una mañana, la enfermera entró para encontrase el cuerpo sin vida del hombre al lado de la ventana, el cual había muerto tranquilamente mientras dormía.

Se puso muy triste y llamó al doctor para que se llevaran el cuerpo.

Tan pronto como consideró apropiado, el otro hombre preguntó si se podía trasladar al lado de la ventana.

La enfermera aceptó gustosamente, y después de asegurarse de que el hombre estaba cómodo, le dejó solo.

Lentamente, dolorosamente, se apoyó sobre un codo para echar su primer vistazo fuera de la ventana. Finalmente tendría la posibilidad de verlo todo con sus propios ojos.

Se retorció lentamente para mirar fuera de la ventana que estaba al lado de la cama. Daba a un enorme muro blanco. El hombre preguntó a la enfermera qué había pretendido el difunto compañero contándole aquel maravilloso mundo exterior.

Y ella dijo: - Quizás sólo quería animarle.

Cuento anónimo (que yo sepa)

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Discurso de Marlon Brando en Viva Zapata

«Esta tierra es vuestra y debeis defenderla. Sino lo haceis dejará de serlo muy pronto. Defenderla con vuestra vida y vuestros hijos con la suya, no menosprecieis a vuestros enemigos, porque volveran , si queman vuestra casa, construid otra, si destruyen la cosecha plantad de nuevo, si vuestros hijos mueren haced mas, si os echan de los valles vivir en las laderas de las montañas, pero vivir, siempre habeis buscado jefes, hombres fuertes y sin tacha ¡pero no los hay! sólo hay hombres como vosotros, ¡cambian! ¡abandonan! Mueren, Los únicos jefes sois vosotros mismos, un pueblo que sabe ser fuerte es igual que una fortaleza inconquistable».

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Pensamiento creativo

Estás conduciendo tu coche en una noche de tormenta terrible. Pasas por una parada de autobús donde se encuentran tres personas esperando:

 

1. Una anciana que parece a punto de morir.

2. Un viejo amigo que te salvó la vida una vez.

3. El hombre perfecto o la mujer de tus sueños.

 

¿A cuál llevarías en el coche, teniendo en cuenta que sólo tienes sitio para un pasajero?

 

Este es un dilema ético-moral que una vez se utilizó en una entrevista de trabajo.

Podrías llevar a la anciana, porque va a morir y por lo tanto deberías salvarla primero; o podrías llevar al amigo, ya que él te salvó la vida una vez y estas en deuda con él.

Sin embargo, tal vez nunca vuelvas a encontrar al amante perfecto de tus sueños.

El aspirante que fue contratado (de entre 200 aspirantes) no dudó al dar su respuesta.

Me encanta, y espero poder utilizarlo alguna vez en alguna entrevista.

¿Qué dijo?

Simplemente contestó: "Le daría las llaves del coche a mi amigo, y le pediría que llevara a la anciana al hospital, mientras yo me quedaría esperando el autobús con la mujer de mis sueños."

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Cita de Eduardo Galeano

“Al Norte y al Sur, al Este y al Oeste, el hombre serrucha, con delirante entusiasmo, la rama donde está sentado”.

Eduardo Galeano

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Por qué no podemos ser cristianos y menos aun católicos

“Si las matemáticas y la ciencia tomaran el lugar de la religión y la superstición en la escuela y en los medios, el mundo se convertiría en un lugar sensato y la vida sería más digna de ser vivida. Que cada uno aporte por lo tanto su contribución, grande o pequeña, de modo que suceda esto, para mayor gloria del Espíritu humano”.

Piergiorgio Odifreddi

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Jiddu Krishnamurti

“No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”.

Jiddu Krishnamurti

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Ramón Trecet

"Buscad la belleza, es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo."

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Mujica sobre Milei

Visto esta tarde en youtube: "la hiperinflación vuelve locos a los pueblos" "la republica de Weimar cayó por la hiperinflación y la consecuencia fue el ascenso de Hitler"

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Cita de Alejandro Magno

“Ninguna fortaleza es tan inexpugnable que no pueda entrar en ella un mulo cargado de oro”.

Alejandro Magno

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Pensamientos antitaurinos de Manuel Vicent

Para algunos el toreo es una práctica derivada de un mito religioso que todavía conserva parte de su antigua magia, y a la mínima discusión ciertos intelectuales sacan a pastar al buey Apis o se meten en el laberinto de Creta, aquella especie de coso donde el héroe Teseo le pegó unas verónicas al Minotauro como si fuera el diestro Cagancho. En cambio, otros, sin negar el fundamento e importancia del toro en las ceremonias genésicas de la mitología clásica, creen que aquel rito ha quedado reducido hoy a un espectáculo sin sentido, lleno de crueldad, de señoritismo y flamenquería, espejo de miseria social y gloria de almanaque.

La ignorancia nunca se halla muy apartada de la crueldad. Uno de los ingredientes de aquella España irracional lo constituía el culto a la muerte sin que ese rito se hubiera separado nunca de la violencia cotidiana y en la mayoría de los casos también de la miseria. Había un Dios feroz arriba que se nutría de oraciones y blasfemias; abajo se extendían las dehesas donde pastaba el toro bravo esperando ser sacrificado públicamente entre gritos en honor al genio de la raza. La bravura en los hombres y en las reses era lo más respetado.

Algunos sociólogos piensan que la sangre derramada en la corrida es muy rentable ya que sirve para neutralizar mayores atrocidades: si no se sacrificaran toros en la plaza, tal vez seguiríamos todavía sacrificando herejes en las hogueras de la Inquisición. Frente a esta deslumbrante estupidez está la evidencia de que la sangre llama a la sangre, de modo que uno empieza por degollar a un animal en medio de los clarines y el júbilo de la afición y acaba por matar a un primo hermano en una guerra civil bajo los himnos patrióticos y las trompetas.

Si insistes demasiado en esto, ya sabes a qué clase de insultos te expones: los taurinos te llamarán monja belga, para ellos serás un vegetariano que come alpiste con tenedor, un tipo sospechoso que se estremece ante la agonía de un pato y pasa por alto la muerte de un niño de África, un alma cándida a quien le gustaría instalar hilo musical en el matadero de Chicago y sustituirlo por una floristería. Otros más concienciados socialmente te dirán que denuncies primero los escándalos, los crímenes de Estado y las injusticias sociales y dejes tranquila a una afición que no hace daño a nadie. Esta dialéctica burda sólo es una parte del combate.

La cuestión consiste en saber si una sociedad que se divierte todavía con el rito de acuchillar a un animal tiene argumentos válidos para defenderse a sí misma de las injusticias y atropellos; si unos ciudadanos que contemplan impávidamente cómo se atraviesa con un rejón, se apalea con una garrota o le cortan los testículos en vivo a un novillo para conmemorar la festividad del santo patrón están moralmente preparados para enfrentarse luego a la tortura política y social.

La fiesta de los toros puede ser considerada cultura si el canibalismo también se toma por gastronomía, porque meter a un prójimo en una perola, cocerlo a fuego lento y zampárselo a continuación es una ceremonia más antigua, excitante y filosófica que cebar a una res con piensos compuestos en una factoría, encerrarla impunemente en un ruedo y degradar al público con el espectáculo de su sacrificio dentro de un manierismo de sangre.

 Los castizos consideran el hecho de que un extranjero no vomite como una señal de que ha aceptado nuestra cultura y patriotismo. En efecto, es patriotismo y cultura un toro agonizando en mitad de un charco de plasma en la plaza y un misionero dentro de un cazo hirviendo en la selva. La autoridad lo permite y por desgracia en España el tiempo muy raras veces lo impide. Es lo que pasa. Que no llueve.

Con ser la fiesta de los toros un espectáculo grasiento, es mucho más casposo el que una persona honorable y no borracha, que puede ser un banquero, un ministro, un catedrático o incluso un rey, muestre entusiasmo al ver que un bello animal se va convirtiendo en pocos minutos en un embuchado sanguinolento. ¿Con qué derecho cualquiera de estos caballeros, al salir de la plaza de las Ventas, podría reprender a un niño que está apedreando a un gato?

Las imágenes multiplicarán por un millón esta carnicería y gracias a este río de plasma, planetariamente los españoles seguiremos siendo unos especímenes humanos que se divierten torturando animales y que hacen sonar las charangas para alegrar semejante degüello. La fiesta nacional tiene mucho color: el rojo de la sangre es el más auténtico. Por mucho que se enmascare con un esteticismo hortera o con un flato poético, una corrida de toros en directo o en diferido es el espectáculo basura por excelencia, aunque lo presida el rey de España y le guste a algún chino.

Se dice que los buenos aficionados no ven la sangre durante la lidia: no la ven porque están muy acostumbrados a ella, del mismo modo que no perciben el hedor del detritus quienes viven normalmente en un estercolero o se dedican a limpiar sentinas. Oiga, aquí huele a mierda. ¿Cómo dice usted? Que aquí huele a mierda. Pues yo no huelo nada. Usted no huele nada porque su nariz ya se ha hecho a la mierda. Sencillamente.

¿Abandonaría la plaza un buen aficionado si tuviera la certeza de que iba a morir el torero? En la corrida todo lo que no es muerte es tedio. ¿A qué buen taurino no le hubiera gustado estar en la plaza de Linares cuando el toro mató a Manolete? En cualquier tertulia a ese aficionado se le guardaría el mejor asiento. Sería considerado un clásico.

La diferencia entre un taurino y un antitaurino está en la mirada. El primero no ve la sangre ni la violencia: sólo ve la faena. El segundo sólo ve la sangre en primer término y se niega por principio a ir más allá porque considera que ningún tipo de belleza o de arte puede estar fundado en esa carnicería previa.

Si los escarabajos sacan pecho para seducir a su amada y en las noches de verano los alacranes bailan una esforzada danza prenupcial irguiendo la cola repleta de miel, esta ceremonia en esencia no es distinta de la que ejecutan los mozos en los encierros de San Fermín o de la violencia ritual que soportan las reses en miles de capeas en los pueblos donde los jóvenes se pavonean entre el sudor, el polvo y la sangre, bajo las miradas de las adolescentes que llenan los balcones. Este sacramento brutal de correr toros y de apalearlos o acuchillarlos después hasta la muerte haciéndose el gallo podría ser interpretado todavía como un rito sexual. Pero hoy las mujeres se han echado al ruedo y este hecho le ha quitado al rito todo su sentido.

Se dice que el espectáculo de la lidia es determinante para que la raza del toro bravo no se extinga. Pero, si bien se mira, no existe animal que esté más manipulado. En realidad se trata de un producto de factoría que se fabrica para que embista de una forma determinada con una duración aproximada de media hora. Y antes de que la lidia empiece, a ese toro que tanto adoran los ganaderos se le droga, le sierran las puntas de los cuernos, le desploman sacos sobre el espinazo hasta dejarlo baldado, lo someten a una serie de escarnios con objeto de que se luzca el torero que manda en la fiesta.

A uno le conmovió la miseria típicamente española que rodeó la muerte de aquel torero. Aunque no hay que olvidar una cosa. Lo que le pasó a Paquirri le sucede al toro todas las tardes, pero el hombre frente a la naturaleza se comporta con un corporativismo espeluznante, y, cuando el desenlace de la fiesta cae del revés, entonces monta un número de confraternidad de la especie que pone carne de gallina. Sin duda el hombre es un animal racional, si bien este elogio sólo lo dice él de sí mismo. Nadie más.

Durante este verano español, a la sombra de la bandera nacional entre moscas y humo de caliqueño, van a ser sacrificados 50.000 toros, en la plaza pública, o sea, habrá 100.000 estocadas, otros tantos descabellos, un millón de puyazos, una cantidad exorbitada de vómitos de sangre, garrotazos, degollaciones, caballos traspasados, pescuezos ensogados, linchamientos, cornadas en la barriga y otros desastres en general, y serán ofrecidos como escarmiento y norma de vida en corridas y capeas a los ciudadanos de este país.

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Cita de Peter Ustinov

“La última voz audible antes de la explosión del mundo será la de un experto que diga: «Es técnicamente imposible»”.

Peter Ustinov

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Cita de Javier Reverte

"Me pregunté si una de las razones para viajar a lugares remotos no será buscar el encuentro con paisajes que imaginamos al dormir o al leer libros bellos y que, al verlos, nos resultan familiares".

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El libro del desasosiego (cita)

El campesino, el lector de novelas y el puro asceta -estos tres son los felices de la vida, porque son ellos los que abdican de la personalidad-; uno porque vive del instinto, que es impersonal, el otro porque vive de la imaginación, que es el olvido, el tercero porque no vive, y no estando muerto, duerme.

Fernando Pessoa

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Cita de Gregorio Marañón

“Aunque la verdad de los hechos resplandezca, siempre se batirán los hombres en la trinchera sutil de las interpretaciones”.

Gregorio Marañón

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Errar a sabiendas

Los que dejan al rey errar a sabiendas, merecen pena como traidores.

Alfonso X

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Arenas movedizas

Un hombre paseaba por la selva cuando, de pronto, bajo sus pies, comenzó a moverse el suelo.

En ese momento se dio cuenta de que había pisado arenas movedizas. En un principio intentó saltar, moverse rápidamente para escapar de allí, pero con cada movimiento que realizaba lo único que conseguía era hundirse aún más.

Finalmente, tras ver que era inútil su esfuerzo, dejó de luchar y comenzó a observar tranquilamente cómo le desaparecían las rodillas, luego los muslos, a los minutos la cintura...

Y así continuó hasta que, tras varias horas, la arena comenzó a taparle la boca.

Fue en ese momento cuando comenzó a ponerse nervioso y a gritar pidiendo ayuda.

-¡Socorro! ¡Socorro! -gritaba cada vez más fuerte- ¡Socorro!

Afortunadamente, a los pocos minutos, apareció un pastor que estaba por la zona.

Al verlo buscó rápidamente una rama para ofrecérsela y poder sacarlo de allí.

El hombre que se estaba ahogando agarró un extremo de la rama, pero no hizo el esfuerzo necesario para salir del todo. Cuando consiguió sacar la mitad de su cuerpo y la arena le llegaba por la cintura, soltó la rama.

-¡Pero venga! -gritó el pastor- ¡Vuelva a coger la rama y salga de una vez!

-No, no me hace falta salir, aquí estoy bien, tan solo quería poder respirar.

Cuento zen

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Cobardía

Sólo los cobardes son valientes con sus mujeres.

José Hernández(1834-1886) Periodista y poeta argentino.

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Sobre el humor

Sin rastro de humor es los treinta y un mil ciento dos versículos de la Biblia, sin rastro de humor en la letra de los ciento noventa y cuatro himnos nacionales.

Jorge Wagensberg

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Kultura, con K (Unamuno)

A usted, amigo Méndez, le pasa lo que a monsieur Jourdain, el personaje de Moliére –ya ve usted que también yo soy herudito– y es que escribía en prosa sin saberlo. (...)

Ya sabrá usted, claro está, que en alemán, lengua misteriosa, en que el sol es femenino, la luna masculino, y la señorita neutro –¡figúrese usted, la Sol, el Luna y lo señorita! ¡Y luego dirán de nosotros los vizcaínos!. Ya sabrá usted que en alemán todos los nombres sustantivos se escriben con mayúscula. Esto se debe a que en Alemania todas las sustancias son mayúsculas, o si usted quiere, todos los nombres son propios. Porque el pueblo alemán es un pueblo esencialmente filosófico. Además, apenas si usan la c, que es una letra latina, y por lo tanto, superficial, inconstante, y nada filosófica. Y he aquí por qué en mi tierra escriben también Baskonia, Biskaia, Euskera, etc., etcétera. La k da autoridad e importancia a un escrito. Si el kilo no pesara lo que pesa, lo escribiríamos con q, o acaso por escribirlo con k pesa lo que posa. El quilo con q, es el que se suda, y no el que se pesa.

(...) cuando yo escribo Kultura con k mayúscula, quiero decir, cultura a la alemana; y cuando la escribo con una modesta c minúscula, es una culturilla latina, superficial, inconstante, como la que por acá nos permitimos. La diferencia es poco más o menos la que va de Cant a Kant. Pues cant, con c minúscula, es una palabra inglesa que significa, primeramente, el tono gangoso de los puritanos sermoneadores, y luego la hipocresía puritana. Y Kant... ya habrá llegado a sus oídos quién es Kant, a quien acaba de inventársele en España. Kant, con K mayúscula, es el cant mayúsculo y germanizado.

Y, ¿en qué consiste la Kultura y en qué se diferencia de la cultura? –me preguntará usted–. La Kultura se basa en la definición; esto es, es definitiva, y es idealista. Sobre todo idealista. ¡Oh, el idealismo!... Estoy leyendo un libro divertidísimo, casi tan divertido como los artículos de usted, que es de un judío saduceo alemán, y se titula Lógica del conocimiento puro; del puro, ¿eh?, no sirve confundir; del puro. Y este libro amenísimo termina por el Concepto del Hombre. Y luego, ante este Concepto del Hombre, se nos coge a todos los hombres con la minúscula, como usted y como yo, y se nos degüella. Porque lo interesante, amigo Méndez, no es usted, el que yo conocí en Espinho, sino es la idea de usted, usted como concepto –¡Oh, el concepto de Félix Méndez, del puro Félix Méndez!... Pues esto es Kultura... Y, sobre todo, la definición. Hay que definirlo todo. Dos ejemplos lo aclararán.

1.º ¿Qué es joven, y qué es viejo? Pues bien; teniendo en cuenta que el 29 de Septiembre de este año haré mis 49, es joven todo el que para entonces tenga menos de cuarenta y nueve años, y viejo el que tenga más. Y cuando dentro de once años cumpla yo sesenta, serán jóvenes los que tengan menos de sesenta, y viejos los que pasen de esa edad. ¿No está bien claro?

2.º ¿Qué diferencia va de opinión a conocimiento? Pues bien; los conocimientos en usted no son más que opiniones, y en mí, hasta las opiniones son conocimientos. Conocimiento es lo que pienso yo; opinión es lo que piensa usted. Y esto porque yo estoy en el secreto de las cosas, y usted no; yo me entero y usted no se entera. Como que el mundo, no sé si lo sabía usted, empezó conmigo, y yo he traído, no ya las gallinas, sino los huevos, que son, dígase lo que se quiera, antes que las gallinas.

Y todo esto es Kultura. Siga usted, amigo Méndez, siga haciendo experimentos sobre la ingenuidad pública, y es posible que de aquí a cien años, cuando se historie el Renacimiento español que empieza ahora, con nosotros, –en especial con usted y conmigo– reconozcan que es usted uno de los más activos obreros de este maravilloso resurgimiento a que estamos asistiendo, de esta transformación de nuestra vieja y caduca cultura con c minúscula en una juvenil y rozagante Kultura con K mayúscula. Y dentro de poco, no lo dude usted, nuestro Sol, este Sol que era nuestro consuelo y que tantas brumas nos disipaba, se afeminará, se convertirá en la Sol; la Luna se nos virilizará en cambio; será el Luna, que suena a torero, y nuestras señoritas se harán neutras y usarán todas antiparras. Y entonces estaremos salvados. Gracias sobre todo a usted y a mí. Y ahora explíqueme la h de herudito.

(Miguel de Unamuno, carta a Felix Méndez, 1913)

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Santiago Ramón y Cajal

"Razonar y convencer, ¡qué difícil, largo y trabajoso! ¿Sugestionar? ¡Qué fácil, rápido y barato!”

Santiago Ramón Y Cajal

Médico y escritor español

(1852-1934)

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«El cementerio de los dioses»

«El cementerio de los dioses»

 Como la otra vida es una especie de ajuste de cuentas, podríamos pensar que no están incluidos los animales, que no son responsables de sus actos. Menos mal que sería una equivocación. La otra vida habría sido una etapa muy solitaria sin animales, y hemos descubierto la agradable realidad de que el más allá está lleno de perros, mosquitos, canguros y muchas otras criaturas. Después de llegar y echar un vistazo, resulta obvio que todo lo que existió antes disfruta de una segunda vida.

  Empiezas a darte cuenta de que el regalo de la inmortalidad se aplica también a todo aquello que creamos. La otra vida está llena de teléfonos móviles, tazas, adornos de porcelana, tarjetas de visita, candelabros, dianas. Las cosas que fueron destruidas en el pasado -barcos atacados, ordenadores desechados, muebles rotos- regresan en perfecto estado a la otra vida. Todo lo creado por nosotros puede acompañarnos en la otra vida, en contra de la advertencia de que no podemos llevárnoslo con nosotros. Todo lo creado sobrevive.

  Esta norma se aplica, sorprendentemente, a todas las creaciones, no sólo a los objetos materiales, también a conceptos mentales. Así que junto con los objetos, en la otra vida nos acompañan los dioses creados por nosotros. A solas en una cafetería, es perfectamente posible que te encuentres con Resheph, el dios semítico de las plagas y la guerra. De la frente le sale una cabeza de gacela y mira por la ventana a los viandantes con aire de nostalgia. En un pasillo del supermercado tal vez veas al dios babilonio de la muerte, Nergal, al griego Apolo o al védico Rudra. De igual forma contemplarás a los dioses de las llamas y las lunas, a la diosa de la sexualidad y la fertilidad, a los dioses de los caballos de guerra caídos en la batalla y los esclavos fugados dentro del centro comercial. A pesar de ir vestidos de incógnito, se les detecta fácilmente por su enorme tamaño y por otras características como cabezas de león, multiples brazos o colas de reptil.

  Están solos debido, en gran medida, a que han perdido público. Solían curar enfermedades, actuar como intermediarios entre los vivos y los muertos y repartir cosechas, protección y venganza entre sus fieles. Ahora ya nadie sabe ni cómo se llaman. Ninguno pidió que lo crearan, y así y todo se encuentran atrapados aquí para toda la eternidad. Sólo rara vez se produce un resurgimiento localizado de la creencia en algún dios antiguo, una pequeña reunión de seguidores, pero son arrebatos que no suelen durar mucho. Los dioses saben que están atascados aquí con la mano de cartas que les ha tocado en suerte: una personalidad vengativa, ojos que echan fuego, familias con problemas de adaptación y la eternidad en sus manos.

  Cuando empiezas a mirar a tu alrededor, te das cuenta de que hay miles. El dios azteca Mictlantecuhtli, el dios mono chino Sun Wukong, el noruego Odín. En la otra vida, en la guía telefónica aparecen dioses como la Serpiente del Arcoiris de los aborígenes australianos, el dios prusiano Zempat, el sorbiano Berstuk, el algonquino Gitche Manitou, el sardinio Maymon o el tracio Zibelthiurdos. De igual forma, en un restaurante es posible participar sin quererlo de la fría relación existente entre la diosa babilonia del mar, Tiamat, y el dios de las tormentas, Marduk, que una vez la partió en dos. Ella picotea del plato y contesta con secos monosílabos a los intentos de él de entablar una conversación.

  Algunos de los dioses están relacionados entre sí; otros tienen genealogías imposibles de seguir. Tienen en común que son proclives a rechazar la morada gratuita que se les ofrece en la otra vida, aunque nadie sabe muy bien por qué. Lo más probable es que sea porque les cuesta aceptar la idea de descender al nivel de aquellos que en su día se arrodillaban ante ellos para adorarlos.

  Así, por las noches, solos y sin hogar, se reúnen a las afueras de la ciudad y se echan a dormir sobre grandes praderas verdes. Si te interesa la historia y la teología, disfrutarás recorriendo estos campos sembrados de dioses, este silencioso espectáculo horizontal de deidades abandonadas dispuestas en hileras irregulares en punto de fuga. Aquí es posible que te topes con el Bathalang Maykapal de los tagalogs y su principal enemigo, el dios lagarto Bakonawa; como ya no le importa a nadie si se pelean o no, ahora se sientan a compartir una botella de vino. Te encuentras al dios de la luz, Atea, del archipiélago Tuamotu, y a su hijo, Tane, que en sus buenos tiempos arrojó contra su padre los rayos de su antepasado Fatutiri; ahora toda la familia está reunida. Sus vendettas están apagadas y parece difícil que puedan cobrar vida de nuevo. Mira, allí está Tawhirimatea, el dios maorí de las tormentas y los vientos, que se pasó la vida castigando a sus hermanos dioses por separar a sus padres, Rangi y Papatuanuku; como ya no hay público, se le han terminado los vientos y juega a las cartas con sus hermanos bajo un despejado cielo. Más allá se puede ver a Khonvoum, el dios supremo de los pigmeos bambuti, sujetando su arco fabricado con dos serpientes. Cree que todavía puede aparecerse a los humanos como un arco iris. Aquí está el dios del fuego de los shinto, Kagu-tsuchi, cuya madre murió abrasada al dar a luz; la única prueba que queda ahora de aquel fuego es un ligero olor a quemado.

  Como si se tratara de un museo, estos campos de dioses, esta enciclopedia pastoral de la mitología, es un testamento de la creatividad humana y la cosificación. Los antiguos dioses están acostumbrados a vernos por aquí; los nuevos están molestos por lo rápidamente que han pasado de la veneración y el martirio al abandono y el turismo.

  Aunque los dioses han elegido voluntariamente congregarse aquí fuera, la verdad es que no se soportan mutuamente. Se sienten confusos, porque se han encontrado aquí, en la otra vida, pero en lo más profundo de su ser creen que están al mando. Salen a la superficie por su agresividad y todavía quieren reclamar su supremacía sobre los demás. Pero aquí ya no están en lo alto de la jerarquía, sino que sufren hombro con hombro en la hermandad del abandono.

  Hay sólo una cosa que aprecian de la otra vida. Debido a su famoso carácter vengativo y a su creatividad en el arte de la tortura, están muy impresionados con esta versión del Infierno.»

David Eagleman

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La carga

Un beduino viajaba, montado en un camello cargado de trigo. En el camino

encontró a un hombre que le hizo mil preguntas sobre su país y sus bienes.

Después le preguntó en qué consistía la carga de su camello.

El beduino mostró los dos sacos que colgaban a una y otra parte de la silla

de su montura:

"Este saco está lleno de trigo y este otro de arena."

El hombre preguntó:

"¿Hay alguna razón para cargar así tu camello con arena?"

El beduino:

"No. Es únicamente para equilibrar la carga."

El hombre dijo entonces:

"Hubiese sido preferible repartir el trigo entre los dos sacos. De ese modo,

la carga de tu camello habría sido menos pesada.

¡Tienes razón! exclamó el beduino, eres un hombre con una gran agudeza

de pensamiento. ¿Cómo es que vas así a pie? Monta en mi camello y dime:

siendo tan inteligente ¿no eres un sultán o un visir

?-No soy ni visir ni sultán, dijo el hombre. ¿No has visto mi vestimenta?"

El beduino insistió:

"¿Qué clase de comercio practicas? ¿Dónde está tu almacén? ¿Y tu casa

?-No tengo ni almacén ni casa, replicó el hombre.

-¿Cuántas vacas y camellos posees

?-¡Ni uno solo!

-Entonces ¿cuánto dinero tienes? Porque gozas de una inteligencia tal que

podría, como la alquimia, transformar el cobre en oro.

-Por mi honor, ni siquiera tengo un trozo de pan que comer. Voy con los

pies descalzos, vestido de harapos, en busca de un poco de comida. Todo lo que

sé, toda mi sabiduría y mi conocimiento, ¡todo eso no me trae más que dolores

de cabeza!"

El beduino le dijo entonces:

"¡Márchate! ¡Aléjate de mí para que la maldición que te persigue no recaiga

sobre mí! Déjame irme por ese lado y toma tú la otra dirección. Más vale

equilibrar el trigo con arena que ser tan sabio y tan desventurado. Mi idiotez es

sagrada para mí. ¡En mi corazón y en mi alma está la alegría de la certeza!"

Cuento sufí

11 4 0 K 56
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menéame