Los grandes temas filosóficos sólo se dejan conquistar cuando se los trata como los hebreos a Jericó – yendo hacia ellos curvamente, en círculos concéntricos cada vez más estrechos e insinuantes. Por eso, todos los asuntos que toquemos, aun los que tengan un primer aspecto más bien literario, reaparecerán una y otra vez en círculos posteriores de radio más estrecho y exigente.