En una lejana ciudad había una reina que nunca estaba bien del todo, siempre había algún pequeño detalle que le faltaba para ser completamente feliz. Por eso, lo que más rabia le daba era ver que uno de sus sirvientes, justamente el que más años llevaba con ella, siempre estaba sonriente. De hecho, nunca lo había visto triste, todo lo contrario, pasara lo que pasara se lo tomaba con buen humor. Un día, llevada por la curiosidad y, sobre todo, por la envidia, lo mandó llamar. Buenos días, su …