La experiencia de escuchar una canción como Like a Rolling Stone de Bob Dylan es mucho más compleja de lo que parece. Aunque percibimos la música a través de nuestros sentidos, en realidad, es nuestro cerebro el que la interpreta. Este proceso implica un viaje desde el oído externo hasta el cerebro, donde se traducen las señales eléctricas en sonido. Sin embargo, cada persona tiene su propia versión de la canción, influenciada por su cognición y experiencias pasadas. Este viaje, aunque fascinante, también es vulnerable...
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