No es una preocupación nueva, pero el acceso al agua se ha convertido en uno de los temas candentes del siglo XXI. Y mientras se necesita cada vez más agua y se teme por su escasez, a su gestión se ha añadido ahora un nuevo factor. El agua ha entrado en bolsa: la aparición del primer mercado de futuros hídricos abre la puerta a la especulación –dicen sus críticos– o a una mayor transparencia de precios –prometen sus defensores–. Sea como sea, el agua es ya un activo.