Una tesis doctoral de la Universidad de Córdoba, que ha empleado datos recogidos durante 17 años, ha confirmado que el uso del agua del Tajo para refrigerar la central nuclear de Trillo y su posterior vertido al cauce «no afectaron a la calidad del ecosistema acuático de la zona» a lo largo del amplio periodo estudiado, que coincide con las primeras décadas de funcionamiento.