Cuando Cristóbal Colón realizó sus viajes de descubrimiento y exploración de lo que denominaron “el Nuevo Mundo” a finales del siglo XV y comienzos del XVI, no desplegó velas según zarpó de los puertos andaluces y puso rumbo fijo al oeste. En su lugar, bajó hasta las islas Canarias y, desde allí, trazó un pequeño arco hacia el suroeste que le llevó directamente a las islas del Mar Caribe. Pero esta singladura no fue casualidad. Colón era un experto marino y sabía que en esa zona soplaban vientos alisios del noreste casi de manera constante