Con su meteórico ascenso y la alta volatilidad, se ha hecho imposible que los magnates financieros, economistas y gobiernos sigan ignorando las criptomonedas y, especialmente, el caso concreto del bitcoin. En el transcurso del año pasado, una serie de actores clave del mercado, algunos de ellos eminentes inversores, expresaron sus preocupaciones acerca de esta clase de activos, criticaron el concepto de moneda digital y luego, con el paso del tiempo, tal vez incluso inexorablemente, empezó a convencerles el concepto.