No es que la mediocridad esté al alza, sino que se extiende. Como el barro de una inundación. Nos habéis narcotizado en un sucedáneo de democracia a los simples de espíritu: a los que no arriesgamos, a los que nos da igual el inmovilismo, a los que comulgamos con ruedas de molino para mantener nuestro estatus en este estrato de rapiña en que nos permiten morar lobos y panteras. Basta con conocer a alguien, con saber de Fulanito o de Menganita para que podamos seguir medrando en esta farsa.
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