En la mesa del rectorado se amontonan hasta siete quejas formales de los jóvenes de Sociedad Civil Catalana (SCC), que denuncian actitudes antidemocráticas y violentas de una autodenominada Plataforma Antifascista. El acoso va más allá: paredes del campus piden que los antiindependentistas sean expulsados e incluso despachos de profesores que no se alinean con el 'procés' han sido pintados. El ambiente comienza a ser irrespirable.
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