El mundo nunca sabrá exactamente que pasaba por la cabeza del vietnamita cuando tomó la, por desgracia, irreversible decisión. No solo tuvo que soportar el dolor sino también el casi seguro e inmediato arrepentimiento por haberse cortado el pene en un primer momento, sino que además continuó por tirarlo al río, garantizando practicamente que jamás podría recuperarse para llevar a cabo una cirugía reconstructiva. ¿La razón de tan estrafalario autoataque? Una gran discusión con su mujer y los posteriores (y enormes) deseos de venganza contra ella
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