Es un caso histórico inédito globalmente que se ha arrastrado desde el franquismo a los sucesivos gobiernos democráticos. Los afectados que aún viven, siguen reclamando justicia mientras muchos fallecen sin resarcimiento, con graves malformaciones, tras una existencia condenada a la dependencia y a la invisibilidad. Mientras tanto Grünenthal no ha asumido su responsabilidad en ningún país, solo en Alemania, Austria e Irlanda ha sido obligada por sus gobiernos a participar del coste de sufragar los daños. Tampoco ha afrontado nunca una sentencia
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