(...) tendemos a mirar sólo a los modelos anglosajones, conocidos por sus altos niveles de desigualdad. De forma errónea asociamos una reforma del sector público con una mayor desigualdad social. Y no tiene por qué ser así, como muestra otro modelo universitario: el imperante en otros países Europeos, desde Holanda a, sobre todo, los países nórdicos. Sus universidades han experimentado cambios radicales, introduciendo mecanismos de competitividad y sus universidades responden a su finalidad pública en un nivel mucho más elevado que en España.
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