Las siete personas detenidas por la Policía Nacional en la operación Ario no tienen el perfil habitual de grupos radicalizados que preparan un ataque, aunque algunos no escatimaban en palabras a la hora de verbalizar sus deseos violentos. Dos de los acusados son un matrimonio de ancianos de Barcelona que vertían mensajes racistas en Twitter y en varios blogs, mientras que otros tres arrestados afirmaban sin matices que su deseo era derramar sangre aunque con la duda de si tenían capacidad para hacerlo.
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