La sociedad china vive en el marco de un contrato social muy claro con su gobierno: se renuncia a las características de una sociedad democrática (tal y como nosotros la entendemos) a cambio de una mayor prosperidad. Si esa prosperidad termina, el gobierno se verá en problemas. En el Congreso se citó ese equilibrio entre control y prosperidad, y se dejó claro el compromiso en la lucha contra los monopolios, la corrupción, la competencia desleal, el proteccionismo local y los monopolios administrativos.
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