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Todos sobre Benidorm

Pese a la opulencia arquitectónica —constructiva— y urbanística, Benidorm es esencialmente una versión cañí de la megalópolis ciberpunk de William Gibson. Un monstruo mutante, hipercromático y ruidoso, dividido en dos clases desiguales (servidores y servidos), pero cuya propulsión no se alimenta por drogas sintéticas, sino por sangría de calidad dudosa. En definitiva, que Benidorm es la suma de todos los males urbanos del desarrollismo y, aparentemente, un lugar imposible de redimir. Aparentemente.

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