En apariencia son un viajero más. Su quimera solo se esfuma cuando al caer la noche el tránsito de pasajeros se reduce paulatinamente hasta casi desaparecer. Es entonces cuando se acomodan en el suelo dispuestos a pasar la noche hasta que el trajín de los primeros vuelos de la mañana les haga de despertador. Así es el día a día de las cerca de 30 personas sin hogar viven en la T4 del aeropuerto Adolfo Suarez Madrid-Barajas.
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