En octubre de 2005 Telefónica culminó la mayor operación de una compañía española en el extranjero con la adquisición de O2. La operadora pagó más de 26.000 millones de euros y en ese momento la teleco presidida por César Alierta superaba los 80.000 millones de valoración. Quince años después, el valor de las acciones ha caído a plomo y en este momento la valoración está por debajo de los 32.000 millones, una cifra que es inferior a la deuda neta que tiene actualmente la empresa
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