Dentro de Elche hay una industria camuflada. Cualquier día de la semana, domingos incluidos, el sonido de las máquinas de coser se escapa entre las persianas a medio cerrar. Miles de mujeres que, desde su casa o en talleres —la mayoría clandestinos—, hacen que la industria del calzado siga viva. ‘Coser las piezas de que se compone el calzado para unirlas’, esa es la definición de aparar según la RAE. Sin embargo, para las mujeres de Elche que han pasado por la industria del zapato esa palabra lleva implícito mucho más
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