Hace casi dos décadas, el entonces profesor de Harvard pensaba que la innovación nos enviaría a un futuro de bienestar y prosperidad. Hoy, se ha dado cuenta de que no es así. “La gente no come productividad, come de sus ingresos”, recuerda en la introducción del libro. “Y no solo es que no estén creciendo, es que están estancados. La mayoría de ciudadanos piensan que sus hijos no vivirán tan bien como ellos”.
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