Los primeros meses de este año fueron letales para una unidad de 100 soldados rusos que dan apoyo a las tropas del presidente Bashar al-Assad en el norte de Siria. El 3 de febrero,Maxim Kolganov,murió en un cruce de fuego con rebeldes cerca de Aleppo,cuando una bala perforó su armadura y su corazón.Un mes después,el 9 de marzo,la misma unidad quedó bajo fuego de artillería cerca de Palmira,y Sergei Morozov,de 38,resultó herido y murió rumbo al hospital. En el sur de Rusia,los familiares de los caídos recibieron medallas al valor y 100.000$
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